sábado, 16 de octubre de 2010

EL ANGEL QUE CAYO DEL CIELO.

El estudiante de fotografía Robert Wiles mientras avanza por la calle escucha un gran estruendo y ve la gente que se empieza a arremolinar alrededor de algo. En pocos segundos llega ya con la cámara y el instinto fotográfico despiertos, y prácticamente desde el visor ve aquella figura que había caído sobre el techo de la limusina negra. El conductor del vehículo que acababa de salir de la farmacia cercana observa la misma imagen, sorprendido quizás de estar vivo.

fotografia suicidio, chica muerta sobre el coche

Sobre el coche completamente abollado se encontraba Evelyn McHale. A pesar de la violencia del impacto, parecía como si el sueño la habría encontrado ya arreglada antes de salir a una fiesta y se hubiera quedado dormida con el maquillaje aun fresco en el rostro. Iba vestida con falda corta, una blusa, chaqueta y unos guantes claros de piel. Sus pies descalzos eran lo único que revelaban la violencia de la caída.

En una nota había dejado escrito ‘Él está mucho mejor sin mi … no sería una buena mujer para nadie’. Detrás de sus palabras se encontraba su historia y sus motivos, y aquellos que la llorarían o descubrirían sorprendidos y dolidos su partida. Un detective encontraría después un saco gris, su cartera con unos cuantos dolares, esta nota y un estuche de maquillaje lleno de las fotos de su familia.

Pero para el resto solo nos queda su fotografía. Una muerte violenta y dolorosa, una tragedia. Pero la imagen nos muestra algo diferente, la serenidad de una muerte que no revela el sufrimiento que la rodeó. Un suicidio hermoso, y por eso mismo más cruel y doloroso que muchas otras fotografías de muerte.

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